lunes, 2 de mayo de 2011

Tras una sombra.




No sé qué demonios tienes, ni siquiera me tienes enamorado, apenas puedo asegurar que llegues a gustarme, y sin embargo aquí me tienes por gentileza tuya cenando techos de madrugada. Mi actitud es totalmente condenable, más aún cuando otras pierden el culo por mí y sin embargo las miro y no las tomo en serio, no despiertan en mí mayor interés que el de un caramelo a un niño pequeño, algo fácil, frugal, de caducidad temprana, tan exentas de interés que llego a desnudarlas con ojos fraternales.
Quizás sea tu mirada negra siciliana que escudriña hasta las entrañas, esa pasión al hablarme de tanta cosa o esa ficticia dulzura que se difumina en los gestos para dejar salir una personalidad de tanto carácter. Quizás sea ese lunar fetiche de tu abdomen, o tus caderas bien labradas, o quizás esos discursos sobre maoríes y antropólogos locos.
El caso es que estoy seguro de que ni siquiera me llegas a gustar y sin embargo no paro de preguntarme cómo es posible que me obligues a jugar a ese juego tan macabro, no paro de divagar el por qué de que des un paso para delante y dos para atrás o viceversa, el por qué de esas pérfidas alabanzas y esos trueques de manos, entrelazados con demandas sin respuestas y gélidos silencios, el por qué de tantos te quiero ver sazonados con descontextualizados insultos adolescentes que después van seguidos de escapadas injustificadas.
Curiosamente hace tiempo que te taché de mi lista, y aún así te niegas a salir, siempre acabas volviendo como un gato encelado, siempre acabas frotándote en mi pantorrilla, siempre acabas comiendo de mi comida, y siempre acabo aceptándote, y todo para qué, para que a la mínima que intento asediar tu sombra acabes fugándote entre las brumas.
Sinceramente, con tu mismo relleno, creo que si no fueras tan impenetrable, ni tan desafiante ni tan troyana no tendrías para mí el más mínimo interés y tiempo hace que habría dejado de tener sentido tanta inversión energética. Y lo más curioso de todo ¿sabes qué es? Que si no acabo cercándote no tendré nada más que una crisis de identidad por no haber sido capaz de someterte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario